miércoles, 15 de junio de 2011

Alineación estratégica para una Gestión del Riesgo efectiva

Columna publicada el 15 de junio de 2011 en el diario Estrategia



En columnas anteriores, hemos destacado la tendencia mundial en cuanto al tratamiento integral del riesgo, visión reconocida hoy tanto por académicos como gobiernos en países desarrollados. Este enfoque, se funda en observaciones sobre las características dinámicas del fenómeno, no siendo razonable entonces, abordarlo de manera compartamelizada, sino bajo una sola estrategia corporativa.

Sin embargo, más allá de la retórica, la pregunta es cómo se operacionaliza esta aspiración? Lo primero a mi juicio, es que los Directores y Ejecutivos conciban el riesgo como algo que puede afectar los objetivos de la organización, ya sea positivamente a través de ganancias, o de forma negativa por la vía de pérdidas. Bajo esta mirada, la gestión de riesgo se transforma en una herramienta critica para alcanzar objetivos estratégicos y tácticos en la compañía, siendo cada objetivo individual o empresarial analizado en cuanto a su riesgo asociado, identificando tanto “apalancamientos” como mitigaciones.


En este sentido, para su implementación, es fundamental desarrollar una estrategia de gestión de riesgo que responda directamente a la estrategia de negocios de la empresa, relacionando objetivos estratégicos con riesgos más relevantes. De esta forma, dependiendo de la orientación del negocio, la organización podrá por ejemplo, priorizar “amenazas” por sobre riesgos positivos. La implementación de una mirada integral de riesgos supone a su vez, conocer quiénes son los “dueños” de los riesgos identificados, evaluando las actuales medidas de mitigación (en el caso que sea una amenaza), así como acciones existentes de explotación (en el caso de una oportunidad). Todo esto debe condecirse además, con la definición de “tolerancia de riesgo” de la organización, la que debe ser determinada idealmente para cada área de exposición. Finalmente, es necesario contar con adecuados instrumentos de análisis de riesgo, así como concebir la instauración de este tipo de metodologías, como un proceso continuo, el que debe ser monitoreado en función de los cambios tanto internos como del entorno.

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