Columna publicada el 25 de Agosto de 2011 en el diario Estrategia
http://www.estrategia.cl/detalle_columnista.php?cod=5401
La crisis en la eurozona, concita la preocupación de mercados y gobiernos en todo el mundo. No existiendo todavía soluciones totalmente concordadas a los problemas fiscales en Grecia, Irlanda y Portugal, sus potenciales repercusiones inquietan de sobremanera a la comunidad internacional.
En estos últimos días, Italia se ha transformado en la nueva víctima. Pese a todo, no era difícil estimar que dado sus altos índices de deuda y dificultades políticas internas, era candidato serio a ataques especulativos. Su situación sin embargo, podría ser más peligrosa que el caso Grecia, Irlanda y Portugal, al representar ellos solo un 6% del PIB de la eurozona, a diferencia de Italia, que concentra alrededor de un 16%.
Alemania es visto como el país llamado a capitanear este complejo nuevo capítulo. Las expectativas son que el país Germano se consolide como la locomotora del crecimiento Europeo, así como sea el articulador de las políticas de apoyo a los países en crisis. Esto último no parece fácil, teniendo presente la resistencia en la opinión pública, oponiéndose los contribuyentes y políticos Alemanes a la ayuda de países que habrían actuado de manera irresponsable en el manejo de sus finanzas. La sostenibilidad del crecimiento Alemán por otra parte, se empieza a poner en duda a la luz de datos que muestran una menor actividad de su robusta economía. La información disponible, señala que habría crecido solo en un 3,1% a junio de este ano, cuestión que deja en evidencia a su vez, el hecho que el PIB Alemán se ve afectado por ciclos externos más que cualquier otra economía desarrollada.
Teniendo en cuenta que la deuda pública de los países en crisis está presente en los estados financieros de bancos e instituciones financieras de muchos países en el mundo, existe el riesgo que la inestabilidad pueda esparcirse. De esta forma, es indispensable tomar medidas oportunas que restablezcan la confianza en la política fiscal de la eurozona a través de señales coordinadas, con un rol decidido de las economías y gobiernos más poderosos de dicho continente
La crisis en la eurozona, concita la preocupación de mercados y gobiernos en todo el mundo. No existiendo todavía soluciones totalmente concordadas a los problemas fiscales en Grecia, Irlanda y Portugal, sus potenciales repercusiones inquietan de sobremanera a la comunidad internacional.
En estos últimos días, Italia se ha transformado en la nueva víctima. Pese a todo, no era difícil estimar que dado sus altos índices de deuda y dificultades políticas internas, era candidato serio a ataques especulativos. Su situación sin embargo, podría ser más peligrosa que el caso Grecia, Irlanda y Portugal, al representar ellos solo un 6% del PIB de la eurozona, a diferencia de Italia, que concentra alrededor de un 16%.
Alemania es visto como el país llamado a capitanear este complejo nuevo capítulo. Las expectativas son que el país Germano se consolide como la locomotora del crecimiento Europeo, así como sea el articulador de las políticas de apoyo a los países en crisis. Esto último no parece fácil, teniendo presente la resistencia en la opinión pública, oponiéndose los contribuyentes y políticos Alemanes a la ayuda de países que habrían actuado de manera irresponsable en el manejo de sus finanzas. La sostenibilidad del crecimiento Alemán por otra parte, se empieza a poner en duda a la luz de datos que muestran una menor actividad de su robusta economía. La información disponible, señala que habría crecido solo en un 3,1% a junio de este ano, cuestión que deja en evidencia a su vez, el hecho que el PIB Alemán se ve afectado por ciclos externos más que cualquier otra economía desarrollada.
Teniendo en cuenta que la deuda pública de los países en crisis está presente en los estados financieros de bancos e instituciones financieras de muchos países en el mundo, existe el riesgo que la inestabilidad pueda esparcirse. De esta forma, es indispensable tomar medidas oportunas que restablezcan la confianza en la política fiscal de la eurozona a través de señales coordinadas, con un rol decidido de las economías y gobiernos más poderosos de dicho continente
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