El capital de riesgos es aquel instrumento financiero que tiene por objeto apoyar un proyecto empresarial con alto potencial de crecimiento en su etapa temprana. Estas inversiones están asociadas generalmente a empresas de alta tecnología. Siendo el
porcentaje de proyectos que fracasa alto, el retorno promedio se alcanza también con tasas de retorno altas (entre 40%-50%). Además de financiamiento, el capital de riesgo aporta experiencia y conocimiento sobre el negocio.
En conjunto con la posibilidad de desarrollar productos o servicios de alto valor, el impulso de una industria de capital de riesgo contribuirá al crecimiento económico de un país. Así lo han argumentado diversos estudios, entregando evidencia en cuanto a su impacto en la formación de empresas, empleo e ingreso agregado.
Pese a los esfuerzos por conformar una industria de Capital de Riesgos en Chile, habiéndose derribado barreras para su desarrollo en las sucesivas reformas al mercado de capitales, así como la inyección de importantes recursos por parte del Estado, esta lejos de ser un sector maduro. Lo anterior se refleja tanto en las declaraciones del inversionista israelí Arnon Kohavi que conocimos hace poco (“Un puñado de familias monopólicas que controlan el país”), como en la evaluación que hace de esta industria el propio vicepresidente de Corfo Hernán Cheyre: “ si nos damos cuenta que a los inversionistas chilenos de capital de riesgo no les interesan estas iniciativas, tendremos que darle otros usos a los recursos”
Aun cuando es posible entender la frustración tanto de la autoridad como de los agentes privados, creemos necesario persistir en la promoción de una industria de capital de riesgos en Chile, mirando permanentemente las buenas prácticas de políticas publicas. El caso Israelí por ejemplo (mencionado por nuestro amigo inversionista) es interesante, ya que el Estado opto por el desarrollo de una industria de capital de riesgo asociada a la selección “clústeres” de alta tecnología, con instrumentos financieros estructurados equilibradamente para cada etapa del emprendimiento.
porcentaje de proyectos que fracasa alto, el retorno promedio se alcanza también con tasas de retorno altas (entre 40%-50%). Además de financiamiento, el capital de riesgo aporta experiencia y conocimiento sobre el negocio.
En conjunto con la posibilidad de desarrollar productos o servicios de alto valor, el impulso de una industria de capital de riesgo contribuirá al crecimiento económico de un país. Así lo han argumentado diversos estudios, entregando evidencia en cuanto a su impacto en la formación de empresas, empleo e ingreso agregado.
Pese a los esfuerzos por conformar una industria de Capital de Riesgos en Chile, habiéndose derribado barreras para su desarrollo en las sucesivas reformas al mercado de capitales, así como la inyección de importantes recursos por parte del Estado, esta lejos de ser un sector maduro. Lo anterior se refleja tanto en las declaraciones del inversionista israelí Arnon Kohavi que conocimos hace poco (“Un puñado de familias monopólicas que controlan el país”), como en la evaluación que hace de esta industria el propio vicepresidente de Corfo Hernán Cheyre: “ si nos damos cuenta que a los inversionistas chilenos de capital de riesgo no les interesan estas iniciativas, tendremos que darle otros usos a los recursos”
Aun cuando es posible entender la frustración tanto de la autoridad como de los agentes privados, creemos necesario persistir en la promoción de una industria de capital de riesgos en Chile, mirando permanentemente las buenas prácticas de políticas publicas. El caso Israelí por ejemplo (mencionado por nuestro amigo inversionista) es interesante, ya que el Estado opto por el desarrollo de una industria de capital de riesgo asociada a la selección “clústeres” de alta tecnología, con instrumentos financieros estructurados equilibradamente para cada etapa del emprendimiento.
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