La desigualdad parece estar muy presente
en la agenda pública de nuestro país, fenómeno que se manifiesta en múltiples
dimensiones. Se pueden a su vez, caracterizar segmentos de la población que se
ven mayoritariamente afectados por estructuras desiguales. Ese es el caso de la
población femenina, quienes aún en países desarrollados mantienen importantes
brechas con respecto a los hombres. En este sentido, pese a que la igualdad de
genero contribuiría a la productividad de un país, sería también un imperativo
moral en una sociedad moderna, donde tanto hombres como mujeres debiesen tener las
mismas oportunidades.
La OECD ha identificado ámbitos
claves que favorecerían la igualdad de género. Es así como habría un gran pilar
donde aspectos como reformas legales que combatan la discriminación serian
relevantes. Por otra parte, los Gobiernos debieran eliminar cualquier sesgo de
género en los currículos tanto escolares como de educación superior, así como
incentivar la participación de mujeres en ciencia y tecnología. Finalmente, este
organismo recomienda políticas que faciliten la empleabilidad y participación
de mujeres en el mercado laboral, así como remover posibles desincentivos para
la contratación de mujeres, entre otros.
En Chile el 54% de la fuerza laboral corresponde a
mujeres, cifra que sin perjuicio ha aumentado considerablemente en las últimas
décadas, es inferior al promedio de la OCDE (62%). Así mismo, las mujeres en
nuestro país ganan bastante menos que los hombres y ocupan muy pocos puestos
directivos. La fuerza laboral en Chile ganan en promedio un 9% menos que los
hombres y solo el 5% de las mujeres asalariadas participan de juntas
directivas. Por otra parte, el parlamento chileno está compuesto solo por 14%
de mujeres vs. 25% en el caso de la OECD.
De esta forma, pese a los avances en nuestro país
en esta materia, persisten todavía importantes desafíos que alcanzar. Esperemos
que esta expresión de la desigualdad este también presente en el próximo debate
electoral, el cual es relevante desde una perspectiva no solo económica, sino
también ética.
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