martes, 4 de enero de 2011

Inequidad y delincuencia.

Columna escrita para el Centro Democracia y Comunidad http://www.cdc.cl/columna/inequidad-y-delincuencia

Mucho se ha dicho sobre la terrible tragedia de la cárcel de San Miguel. Sin duda ha quedado en evidencia entre otras cosas, las condiciones infrahumanas en las que viven miles de chilenos privados de libertad, una tasa de crecimiento de la población recluida insostenible en el tiempo, la escasa dotación de gendarmería, además de la insuficiente infraestructura carcelaria, que aunque aumento considerablemente durante los gobiernos de la Concertación, de mantenerse las actuales tasas de crecimiento de la población carcelaria, será imposible que cuente con estándares adecuados (habría aumentado 68% en la década 1990-2000) .

Para explicar esta esta realidad que advertimos a partir de la muerte de los 81 internos, hay quienes sostienen que se habría errado en el enfoque sobre el “combate” a la delincuencia, habiéndose instalado el consenso de “la mano dura” como única respuesta a este fenómeno por parte de la clase política, no existiendo medidas complementarias, así como la falta de iniciativas robustas que se hicieran cargo de las causas del delito.

La idea sobre que la pobreza y la inequidad incrementaría la actividad criminal, es una hipótesis largamente desarrollada tanto por economistas como sociólogos. Este planteamiento se sostiene básicamente bajo tres teorías; la teoría económica del crimen de Becker, la teoría de desorganización social de Shaw y McKay y la teoría de las estructuras sociales de Merton.

Bajo la teoría economicista del crimen, los individuos deciden sobre la asignación de su tiempo en el mercado laboral (trabajo honesto) o en actividades criminales, comparando el “retorno esperado” de cada una de estas actividades, tomando en cuenta además, la probabilidad de ser castigado y la severidad de dicho castigo. En este modelo, la desigualdad llevaría al crimen al exponer a individuos de bajo ingreso con individuos de altos ingresos, que además cuentan con bienes de gran valor. Siguiendo estos planteamientos, se justifican entonces las políticas públicas orientadas a incrementar la actividad policial y el aumento de penas como variables que impactan en la disminución del crimen, aumentándose de esta forma el “costo” de delinquir.

La teoría sobre la desorganización social por otra parte, considera los factores que disminuyen la efectividad de los controles sociales informales. Es así como los autores que siguen este enfoque, identifican la pobreza, la heterogeneidad étnica y la movilidad residencial, como los tres factores que debilitan las redes sociales y socavan la habilidad, además de la voluntad de las comunidades para ejercer dicho control social a sus miembros.

Para la teoría de las estructuras sociales de Merton, los individuos que se sitúan en la parte baja de las estructuras sociales, se ven frustrados por el sentimiento de fracaso en cuanto a lograr los atributos materiales del éxito. Es entonces como los “fracasados” de la sociedad, son recluidos y marginados, cometiendo crímenes en respuesta a su frustración. Esta alineación contra y fuera de la de la sociedad, se explicaría por ingresos inequitativos, además de segregación de clase y racial.

Estados Unidos sufrió durante el periodo de mediados de los 70’ hasta mediados de los 1990’, un crecimiento exorbitante en su población penal. En 1997 había más de 445 adultos en presión por cada 100,000 residentes. El enfoque que había influenciado mayormente a Norte America –y que de alguna forma lo sigue haciendo- es el “economicista”, es decir, el aumento de dotación policial, aumento de penas, construcción de penales, sin un real equilibrio con otro tipo de respuestas. El riesgo por ejemplo de ir a prisión en ese país por parte de un joven de raza negra, es mucho mayor que la de un blanco americano, teniendo los afroamericanos cerca de 7 u 8 más probabilidades de ir a la cárcel.

Habiendo nuestro país seguido también el modelo “economicista” como receta exclusiva para combatir el crimen, no existiendo decididas y pertinentes políticas publicas que se hagan cargo del origen multicausal y social del fenómeno de la delincuencia, existiendo también una desigualdad y segregación evidente en chile, me pregunto; Cual será la probabilidad que un joven entre 20 y 25 anos, proveniente de una población marginal de Santiago, con educación básica incompleta, tez y cabello moreno vaya a la cárcel, versus un joven Universitario del barrio alto, tez blanca y pelo castaño? No tengo los datos, pero me tinca que el joven de la cota mil le sacaría bastante ventaja.

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